Tomas de colegios por el fallo a Cristina: ¿qué aprendieron en las aulas?

La semana pasada, varios colegios de la Ciudad de Buenos Aires, entre ellos el Colegio Nacional de Buenos Aires y el Carlos Pellegrini -ambos dependientes de la Universidad de Buenos Aires-, fueron tomados por sus estudiantes en rechazo al fallo de la Corte Suprema que ratificó la condena a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La medida se replicó también en otras escuelas y facultades, bajo el supuesto lema de defender la democracia.
Como informa una nota de LA NACION el 12 de junio, Delfina Carbajal, presidenta del centro de estudiantes del Carlos Pellegrini, declaró respecto a la toma de la escuela: “Fue una discusión larga y no fue fácil, pero entendimos como juventud y como centro de estudiantes que hoy la democracia está en peligro y que tenemos la posibilidad y la obligación de defenderla”.
Por su parte, León Vieito, presidente del Centro de Estudiantes del Nacional Buenos Aires, señaló: “Estamos tomando básicamente por los ataques a la democracia que se vienen viviendo, tanto lo de Cristina como lo de Grabois, entre otros motivos. Son ataques a la democracia”.
Yo me pregunto entonces: ¿qué aprendieron estos jóvenes en sus escuelas?
Cómo no recordar tiempos ya lejanos cuando muchas familias realizaban importantes esfuerzos para que sus hijos pudieran cursar la secundaria en el Nacional Buenos Aires o en el Carlos Pellegrini, en busca de una educación de excelencia que les abriese las puertas para un futuro mejor. Hoy dichas escuelas se turnan para ser tapa de los diarios por las constantes tomas por parte de grupos de estudiantes, llegando al absurdo de impedirse el dictado de clases por estar en desacuerdo con un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Resultaría increíble, si no fuera tan grave. En nombre de la democracia, se decide rechazar un fallo de la Corte Suprema, máximo órgano del Poder Judicial de la Nación, dictado dentro del marco de un proceso legal y con todas las garantías institucionales. En nombre de la República, se interrumpe el derecho a la educación de miles de alumnos. ¿Qué valores se están enseñando en nuestras aulas cuando grupos de jóvenes consideran que las sentencias judiciales son legítimas sólo si coinciden con sus preferencias políticas?
Educar no es solamente enseñar matemática, historia o literatura. Educar es también formar ciudadanos comprometidos con la República, que comprendan que vivir en democracia implica acatar las reglas del juego, incluso cuando no nos resultan favorables. La democracia es incompatible con el desconocimiento abierto de los fallos de la Justicia. No hay verdadera formación cívica cuando se avala que el Poder Judicial puede ser deslegitimado por estudiantes en una asamblea.
Educar también es enseñar valores. Educar también es transmitir el respeto a las instituciones de la República. Si desde el ámbito educativo naturalizamos que puede desobedecerse un fallo de la Corte Suprema porque no nos gusta, estamos sembrando una lógica peligrosa. Estamos enseñando que el orden institucional puede ser reemplazado por la lógica de la calle.
Las tomas no sólo interrumpen el proceso educativo, sino que violan el derecho a aprender del resto de los estudiantes. En el caso del Carlos Pellegrini, sus autoridades informaron que se vieron obligadas a suspender todas las actividades académicas y administrativas, advirtiendo que no podían garantizar la seguridad de los alumnos mientras durara la ocupación.
Los conflictos judiciales podrán generar adhesiones y rechazos, pero deben resolverse en los tribunales. Lo que debería enseñarse es el valor del disenso dentro del marco institucional, no la validación de métodos que ignoran las normas fundamentales de la vida democrática.
¿Qué están aprendiendo estos jóvenes? ¿Quiénes les enseñaron que un fallo de la Corte Suprema no merece acatamiento si sus decisiones les desagradan? ¿Quiénes les enseñaron que la defensa de la democracia consiste en impedir que funcionen las escuelas? ¿O que el respeto a las instituciones de la República es optativo?
Si ese es el mensaje, debemos reconocer con preocupación que tenemos problemas de una envergadura aún mucho mayor que la que reflejan los resultados de las Pruebas Aprender.
Educar es enseñar a pensar, a disentir, a debatir, pero también -y sobre todo- a respetar la legalidad democrática. Porque la democracia no se defiende desde las tomas: se defiende enseñando a convivir con reglas, con instituciones y con respeto por el otro.
Miembro de la Academia Nacional de Educación y Rector de la Universidad del CEMA